EL CABALLERO OSCURO: LA LEYENDA RENACE

“El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace” (Christopher Nolan, 2012) llevaba a sus espaldas una carga muy pesada. El Joker de Heath Ledger, la muerte del actor y ya no digamos la matanza de Denver. Vaya por delante que, además, “El Caballero Oscuro” (Christopher Nolan, 2008) era una película magistral en muchos aspectos. Todo esto había convertido la tercera entrega de la saga del director Christopher Nolan no sólo en la película de superhéroes más esperada de este siglo, sino también, y simplemente, en una de las películas más esperadas. Nolan había puesto el listón muy alto y el fan, y el público en general, era consciente de que quizás no iba a superarlo. Pero ni los más escépticos pensábamos que esta tercera entrega no sólo no iba a superar la segunda parte sino que además no iba a estar ni a la altura de la primera. Hablando en plata: “El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace” es un despropósito de tres horas que hace aguas por todos lados.


Contiene algunos spoilers: Para empezar, esta tercera parte de Nolan no cierra ningún ciclo, como nos han estado vendiendo desde hace años. Porque enlazar su trama con la de “Batman Begins” (Christopher Nolan, 2005) no sólo es un error estratégico sino también un truco de feria, porque lo que había que cerrar no era el ciclo de Ra's al Ghul, sinó el de Batman, que aquí parece un blandengue romántico enzarzado en conflictos que, en su naturaleza, ya habíamos visto en películas anteriores.

Por otro lado, y rompiendo algunos mitos que se habían ido creando estos últimos cuatro años, el problema de la película no es Bane, el villano, interpretado por Tom Hardy. No está a la altura del Joker (la máscara que lleva toda la película tampoco le ayuda a lucirse mucho, la verdad), pero tiene una potencia y una presencia avasalladoras que, en buena medida, soportan todo el peso de la película durante gran parte del metraje.


Y puestos a hablar del casting, Anne Hathaway no es la peor Catwoman de la historia del cine, pero, vamos, tampoco es la mejor. Tiene algunos momentos que transmiten acertadamente la dualidad del personaje en su versión más cándida, pero le falta la vitalidad, la perspicacia y la picardía del tebeo. Tampoco molesta, porque en lugar de Catwoman podrían haber colocado un perro perdiguero y no habría cambiado mucho la cosa. Precisamente este es uno de los problemas que más hacen flaquear la cinta. Los personajes van y vienen sin más, aportan poco y mueren sin el mayor interés argumental y sin ningún ápice de dramatismo, un dramatismo que se reserva para los momentos en los que Batman aparece y en los que desaparece, aunque siempre viene para irse y se va para volver. El resto de personajes debería ir acostumbrándose ya...

El guión, además, está plagado de trucos del manual más manido de Hollywood, impropios de un director como Nolan. Un hecho que no contribuye a dignificar el argumento, que, pese a contener algunas ideas brillantes (y desaprovechadas), no está a la altura de la película anterior. Todo esto expulsa al espectador de la película durante muchos minutos, principalmente en detrimento de Michael Caine, al que le han dado algunos primeros planos de una intensidad dramática tan elevada que resulta ridículo. Y no sólo porque el espectador está más preocupado por las orejas de Catwoman que por otra cosa, sino también porque Christian Bale no le da la réplica en ningún momento. ¿De verdad están en la misma película?

Intentando justificar todo esta amalgama de decisiones mal tomadas, veo aquí la mano de un puñado de productores que, ante el miedo de fracasar bajo la sombra de la entrega anterior, se han agarrado a un montón de clásicos que siempre funcionan: la chica, el actor más o menos conocido, el giro final, los flhasbacks, las muertes sin sangre, el heroísmo trasnochado... Decisiones mal tomadas que poco preocuparan a los productores si al final la recaudación es la esperada, cosa que no se pone en duda.

En resumen, la saga de Nolan pierde el norte con esta tercera parte. Se aleja de la verosimilitud que había impregnado a “El Caballero Oscuro”, manteniendo una estética de realismo que chirría con una trama que a veces roza la serie B. Le película está hecha a brochazos en todos los sentidos: aquí pongo tal personaje, aquí pongo una escena de confraternidad civil, aquí un giro de guión y aquí una cuenta atrás... Todo esto hace que la película pierda el pulso y el ritmo de la anterior. La primera hora es soporífera y el resto una mala copia del crescendo que recorre todo “El Caballero Oscuro”. Un gran decepción que hace que muchos depositemos las únicas esperanzas de ver buen cine en “El Hombre de Acero”, aunque las producción de Nolan después de esto y la dirección de Zack Snyder después de “Sucker Punch” no sientan muy buenos precedentes. Siempre nos quedarán palomitas para “Los Vengadores”.

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