OMNI-VISIBILIS
Norma Editorial publica
“Omni-Visibilis”, un cómic que viene precedido por la fama de
sus autores: Lewis Trondheim, autor de culto gracias a “La Mazmorra”, y Matthieu Bonhomme, dibujante de trazo francobelga,
aunque su dibujo adopta aquí un aspecto más moderno con un
estupendo bitono en azul.
Pero los fans de Trondheim no deben
esperar una obra grande en la línea de “La Mazmorra” ni otra de
sus divertidas aventuras animalizadas como “La Isla de Borbón
1730” (una de mis favoritas). “Omni-Visibilis” resulta una obra de carácter
independiente, casi indie diría uno, que nos propone una historia
con un punto de partida original y un protagonista tan repelente como
humano, aunque, desgraciadamente, la cosa se desinfla al final. Vamos
por partes.
Este cómic empieza muy bien. El
protagonista se salpica los zapatos mientras orina en el lavabo de la
oficina. Le suele pasar, y reflexiona sobre si limpiar el estropicio
o no. Resulta un personaje maniático, en la línea de Jack Nicholson
en “Mejor Imposible”, y pusilánime. Está, además,
perfectamente dibujado por Bonhomme: enclenque, miope y con un
bigotillo repelente. Y aquí el lector dice: “Vale, esto promete”.
La historia toma un cariz fantástico
cuando el protagonista descubre que el resto de la humanidad puede
ver a través de sus ojos, oír a través de sus oídos y, en
definitiva, sentir lo que él siente. ¿Don o maldición? Sin
interesarse lo más mínimo por los dilemas morales o las
potencialidades superheroicas de esta historia, el guión se centra
en las miserias del protagonista: como arreglarselas para que la
gente no sepa dónde está, como ir al lavabo sin revelar el tamaño
de su miembro... y todo esto en medio de una persecución que parece
no tener fin y que le lleva a huir de todo el mundo, porque todo el
mundo quiere aprovecharse de él, desde su novia hasta las
principales potencias mundiales.
Desgraciadamente la parte final de la
historia (que no el final en sí mismo) se convierte en una
persecución que, pese a su crescendo, hace perder al cómic la
frescura inicial, aunque no su solidez.
“Omni-Visibilis” es una obra menor,
un divertimento, pero por encima de la media. No sólo el dibujo de
Bonhomme es espléndido, sino que el punto de partida de la historia
es original y brillante, incluso su desarrollo, y el personaje principal
resulta redondo. Uno puede pensar, al final, que aquí hay una
crítica a esta sociedad mediatizada y una reflexión sobre el valor
de la intimidad. Personalmente, yo sólo veo la historia de un tipo
corriente que se encuentra con un marrón bien gordo entre manos. Y
mejor así, la verdad.
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